Proximas Actividades
Muestra colectiva organizada por la Embajada de la Republica Argentina ante el Reino de España, Casa América de Madrid y ´Gestión de Proyectos Culturales, Pablo Feldmann - Nadia Hutnik´, en colaboración con el Instituto Quevedo del Humor Gráfico dependiente de la Fundación General de la Universidad de Alcalá de Henares.
La exposición traza un repaso a la historia del humor gráfico argentino producida por el Mudi - Museo del Dibujo y la Ilustración y el MuHu - Museo del Humor, ambos de la ciudad de Buenos Aires. Las obras que conforman esta exposición forman parte de la colección del Mudi y cuenta con el auspicio del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Henry Stein y sus ilustraciones de El Mosquito, Manuel Sojo en Don
Quijote, Cao, Mayol y Roux en Caras y Caretas, Manuel Redondo,
creador de Goyo Sarrasqueta (el primer personaje de la historieta
argentina) donde se exhiben las peripecias de un inmigrante español. Les
siguieron publicaciones como Rico Tipo y Patoruzú, con las
ilustraciones de Alcides Gubellini, Divito, Dante Quinterno, Rafael Martínez,
Ferro, Lepó, Pedro Seguí, Battaglia y tantos otros que consiguieron que el
humor gráfico ocupase un espacio importante dentro de las formas de
entretenimiento de los porteños, junto con la radio, el cine y el teatro de
revistas, desarrollando un proceso pedagógico iniciado en las décadas
anteriores.
Sobre la misma época, Héctor Locurátolo, le dió vida a Don Nicola,
tira ambientada en un típico conventillo porteño de inmigrantes. Esta tira fue
un guiño a la historia de la mayor parte de estos ilustradores- humoristas,
todos ellos inmigrantes o descendientes de los mismos, y Argentina fue la cuna
que los recibió o vió nacer.
Periódicos como La Razón, Clarín, La Nación,
comenzaron paulatinamente a incorporar en sus páginas las creaciones de
maestros como Landrú, Sabat, Fontanarrosa, Crist, Dobal, Caloi, Rep, Liniers ,
Tabaré, Sendra, Quino, Altuna y Trillo, Maitena, Nik, Heredia, Mordillo, Nine,
Sapia y tantos otros. Todos ellos, más las innumerables publicaciones de
diferentes épocas, aportaron grandes dosis de humor al desarrollo de un país
que aprendió a reírse de sí mismo.