El filete, el tango, el sainete y el lunfardo son expresiones ciudadanas de una inmigración que llegó a la Argentina, desde fines del siglo pasado hasta el inicio de nuestro siglo. Contrariamente a lo que se sostiene comunmente, el filete nace en Buenos Aires, excatamente en una carrocería del Paseo Colón, al finalizar el siglo XIX.
Fueron dos jóvenes aprendices:Vicente Brunetti y Cecilio Pascarella, quienes después de pintar un carro con el gris que se estilaba, tuvieron la idea de pintar los chanfles del carro de otro color. Esto gustó al cliente y desde aquel día, las carrocerías no sólo compitieron para ofrecer mejor trabajo sino también mejor decoración.
El gran fileteador carlos carboni solía decir: "La carga no se lleva con los chiches, pero el cliente quiere chiches". Y con ello nació el fileteador: letrista, pintor y dueño de un oficio muy particular. Este oficio se nutrió de las cosas de la ciudad: vitrales, rejas, gráfica de billetes de banco, los dragones del Teatro Cervantes. Utilizó signos distintivos de esta nueva sociedad: el caballo, la Virgen de Luján, Carlos Gradel y escudos de clubes de fútbol.
El fileteador no fué un mero decorador, como dijera León Untroib: " El filete da unidad al carruaje". Este arte se transmite de padres a hijos.